El desarrollo de las tecnologías en el siglo XXI ha permitido llegar a puntos que antes creíamos que era inalcanzables o que tardaríamos mucho en llegar. Los nuevos descubrimientos siempre vienen de la mano con nuevos retos.
¿Qué es lo que nos espera en el futuro en el campo de la bioingeniería?
La práctica de la ingeniería biomédica ha estado presente en la humanidad desde hace siglos, desde los antiguos egipcios donde se tiene constancia de que ya fabricaban prótesis para partes específicas del cuerpo como el pie o dientes, pasando por todas las civilizaciones que tenían la necesidad de reemplazar alguna extremidad o función necesaria.
Sin embargo, se le empezó a denominar como tal desde hace poco tiempo, desde el momento en que se empieza a consolidar la unión de varias disciplinas de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas con el propósito de resolver las necesidades del sector salud y ahora tiene tantas variantes como prácticas clínicas y tecnologías existen.

De acuerdo a los avances tecnológicos de la época moderna, los materiales bio-compatibles, las fuentes de energía para circuitos más duraderas, la capacidad de procesamiento cada vez mayor y que ocupan menos espacio está haciendo posible una integración entre la biología y la electrónica, entre la parte humana y la parte cibernética.
Y todo esto se está llevando a cabo con 2 propósitos:
- El primero es el que se ha estado siguiendo hace años: el reemplazo de alguna parte del cuerpo que por alguna lesión, enfermedad o deterioro no pueda cumplir con su propósito, o bien, dar soporte funcional para llevar a cabo el desarrollo pleno de la actividad necesaria para el individuo.
- El segundo es algo que también se ha buscado desde hace tiempo pero ahora con la tecnología promete llegar más rápido y más lejos: la mejora de las habilidades y capacidades humanas.
Uno de los temas de mayor relevancia en los últimos años ha sido el de las interfaces neuronales. Las prótesis neuronales también llamados implantes cerebrales o interfaces cerebro-máquina, son dispositivos que se conectan lo más directo posible al cerebro de un sujeto biológico y actúa precisamente como una interfaz entre las señales que emite el cerebro y un sistema que se encargue de realizar alguna función. Con estos dispositivos se buscan soluciones para las personas en situación de discapacidad motora, bloqueo de las vías de comunicación y expresión de las experiencias cognitivas.
Las interfaces neuronales deben contar con una comunicación bidireccional que permita el contacto entre el dispositivo biónico y la escritura neurológica, para registrar las señales eléctricas del organismo y generar respuesta artificial en los nervios y músculos. Estos dispositivos actualmente están conformados por los electrodos o sensores que recaban la señal cruda del cuerpo, las conexiones que van a conducir las señales a la unidad de procesamiento de datos, que va a acondicionar la señal para que la unidad controladora del sistema actuador realice una acción.
Algunas de las aplicaciones que tienen actualmente son:
1. Funciones motoras. Han demostrado su capacidad para dar buenos resultados en el control de dispositivos externos mediante las señales corticales o periféricas.
2. Funciones sensitivas. La información sensitiva que los individuos reciben del ambiente es un aspecto fundamental en el desempeño de las tareas motoras y permite una comunicación bidireccional con el medio, tal como ocurre con las personas sin afecciones en las vías motoras y sensitivas.
3. Para estimulación. La estimulación funcional intenta dirigir el comportamiento o modificar la función cerebral o nerviosa, sin la intervención de receptores cognitivos. Esto puede ser usado en personas con enfermedad de Parkinson por ejemplo.
En un futuro podremos ver estas aplicaciones como método de conexión individual a la red, para enviar mensajes, recibir llamadas, buscar información o almacenar todo lo que vemos y escuchamos o llevarnos a lugares con los que solo soñamos.